Jun 11, 2013

¡Lo que necesitamos es INFLACIÓN!

Esto es una llamada de emergencia. Sí, no se trata de un simulacro. Dado que gracias a la crisis que nos embarga estamos familiarizados con la jerga monetarista, le resultará fácil comprender este ese-o-ese. El título no se corresponde con argucias monetaristas enfocadas a inundar el mercado con moneda, para empobrecer a los que menos pueden defenderse de la gula gubernamental. No, no vengo a hablarle de inflación monetaria, sino de otro tipo de inflación: la relacionada con aptitudes y desempeño del individuo, sin nada que ver con estar físicamente hinchado, ni con ser propenso a las ventosidades. Quedaría todo dentro del marco intelectual, ese lugar perdido e ignoto, misterioso incluso para la vista translúcida del análisis conductivista. Aprovecho para avisarle de que la pedantería de este párrafo tiene mucho que ver con el artículo en sí, algo que comprenderá cuando lo acabe de leer, y confío que pase de pensar que este quien le escribe es un pedante y prepotente, a llegar a la compasión por los motivos que usted irá soslayando. Apuntar también, que consultar el diccionario para buscar las palabras que no comprenda no es ningún delito, por lo que le invito a hacerse el favor de culturizarse, que le hace falta, no lo niegue.

Como contextualización previa, como guía para enfocar su circunstancia, fíjese en lo siguiente: usted es más bien poca cosa. Sí, sea sincero con usted mismo. Con tantas limitaciones, tan poco tiempo, realmente, lo suyo es frustrante. Tela. Mucho. Es usted una piltrafa, así de claro. Uy, lo que me ha dicho este energúmeno, se dirá. Pero no se preocupe, que yo estoy igual. Es el abismo, apreciado lector. Ahora bien, aquí estoy para ayudarle, no a ser más de lo que es, sino a sacarle más partido. Pues usted, con su porte y donaire, puede dar mucho más, i.e. aparentar lo máximo posible y que la gente le admire, como al fin y al cabo, usted se merece. ¿No es magnífico? ¿Acaso no le gusta ser admirado, y por qué no, envidiado? Dese cuenta de que no le hablo de tener que leer ensayos filosóficos, clásicos de la literatura, ciencia ficción, ni profundizar en ningún campo de ciencia, humanidades, practicar deportes, o habilidades extraordinarias. ¡Es mucho más fácil! Con la de medios que hay, y lo poco que vivimos, es de ingenuos el perder tiempo en «cultivarse». Sea listo, y evite malgastar el tiempo como otros parguelas y perdedores que no llegan nunca a nada, y vaya a lo fácil, hágame caso, y siga leyendo.

Entrando en el asunto, usted tiene una formación, una experiencia, unas vivencias. ¿Que tiene pocos estudios y está acomplejado? ¡Invéntese que ha estudiado o conoce tal o cual cosa! Si Luís Roldán o Joana Ortega se «equivocaron» en sus currículums, ¡quién le va a decir a usted en qué se puede equivocar o no! Diga que tiene estudios o sabe de X, Y, Z. Y si le "pillan", no se preocupe, simplemente, comente que por el devenir de la vida hace mucho que no ejerce, y ya casi no recuerda nada, cosas de la vida. Además, ¡quién se va a dar cuenta, si la inmensa mayoría está en peor condición, alabadas sean la LOGSE, LOE, y la futura LOMCE! Usted es una eminencia, y no precisa calentar una silla para luego lucir etiquetas de "anís del mono". No, no, no. Usted puede decir lo que le de la gana, porque usted es como Leonardo: no hay escuela que le enseñe, pues usted es la escuela. Por lo que tirando de desparpajo, invéntese un currículum. Estudios en esto o aquello. También estancias para aprender idiomas que ya no recuerda por haber perdido práctica. O haber practicado deportes físicos o intelectuales en su juventud, porque usted no ha sido siempre el tipo zambombo de ahora. Además, y por qué no, incluso títulos nobiliarios si le gusta lo feudal, o parientes ilustres, total, lo que cuenta es dejar claro que su ADN está por encima del 99% de la chusma que le rodea y aburre. De todo. Usted es algo extraordinario. Algo de lo que no hay, un ser de luz, un tipo de uno entre un millón. Un milagro, al fin y al cabo. Y no se sienta culpable, todo hijo de vecino es un fantasma en mayor o menor medida, sólo varía el tipo de interés, cual prima sobre sí mismo, e.g. habrá individuos hiperinflacionistas, equilibrados, e incluso apocados deflacionistas, esos desagradables que guardan ases en la manga para alardear en el momento más inoportuno. Usted, como inflacionista, siempre tendrá tema de conversación, pues usted es usted y su imaginación, a modo de circunstancia pluscuanadaptativa.

Si el párrafo anterior le parece exagerado, le ruego que piense en lo siguiente: ¿no le ha pasado el sentirse apocado, notando que la imagen que tienen los demás de usted no se corresponde lo que usted sabe que vale? Vé, es que esa es la clave. La inflación personal sirve para ajustar la percepción de los demás hasta lo que realmente usted se merece. Y no sea modesto, que ser modesto es de pobres, y los amigos ya saben que usted es un fantasma, y se lo perdonarán, total, lo importante es participar. Vaya a por lo que se merece, porque usted tiene derecho a ser feliz, y a que los demás le admiren por lo mucho que usted vale. Por último, y sólo como puntuación extra, si puede, por favor, considere hacerse nacionalista, del tipo que sea, pues ahora está de moda, y es garantía de éxito con tanto borrego zumbado ansioso de encontrar a líderes mesiánicos.

R. Gaab

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